¿No oíste sus pasos silenciosos?

¿No oíste los pasos silenciosos?
Él viene, viene, viene siempre.
En cada instante y en cada edad,
todos los días y todas las noches,
Él viene, viene, viene siempre.

He cantado en muchas ocasiones y de mil maneras;
pero siempre decían sus notas:
Él viene, viene, viene siempre.
En los días fragantes del soleado abril,
por la vereda del bosque,
Él viene, viene, viene siempre.

En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio,
sobre el carro atronador de las nubes,
Él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía, son sus pasos los que oprimen mi corazón,
y el dorado roce de sus pies es lo que hace brillar mi alegría.

(Rabindranath Tagore)