Juicio

He ahí mi certidumbre, mi confianza, mi libertad. Saber que tú me juzgas. Me conoces más que yo mismo. Me comprendes mejor que cualquiera. Crees en mí, hasta en los días en que yo deserto de mi propia defensa. Me preparas para tu brega. Me desnudas de odio y resistencias. Me vistes de tu paz y evangelio. Compareces conmigo ante el tribunal de la memoria, de la justicia, de la flaqueza, y eres al tiempo defensor y juez, testigo y compañero, misión y meta. Mejor la guerra, contigo, que una paz adormecida, sin tu amor ni tu bandera. (José María R. Olaizola, SJ)