Apariciones

Apareciste cuando el alma no tenía prisa ni de llegar, ni de crecer, ni de morir. Cuando te fuiste el cuerpo no hizo balance ni de ausencias, ni de caricias, ni de preguntas. Y me dejaste una sorpresa, una certeza, un corazón. ¡Nunca te fuiste! (Benjamín G. Buelta, sj)