Inicios

Los comienzos de Dios
en la historia son pequeños,
escondidos, nocturnos,
eternidad sin testigos
en corazones humanos.

Una cuna de juncos
en la corriente del Nilo,
una llama de zarza
en la soledad del desierto,
el sí de una adolescente
en la intimidad,
un sueño para ser adivinado
en la confusión de la noche,
un profeta solo en el Jordán
ante el futuro encarnado,
una chispa luminosa
al cruzarse dos miradas,
un rubor en la mejilla
al decir un nombre propio,
un cuenco de agua fresca
junto al brocal de un pozo,
un vaso de vino
en la mesa del publicano ladrón,
un perfume de nardo
ungiendo para la muerte.

¡Inicio infinito a la medida
de nuestra pequeña estatura!
¡Regalo de la inmensidad
que se entrega y no abruma!
¡Tú que dialoga y crece
en la carne que lo acoge!
¡Respeto a lo que somos
y a todo lo que seremos!

(Benjamín G. Buelta, sj)