Fragmentos del diario de María Magdalena
Cristo, antes de conocerte vivir era estar ciegos.
Rodábamos. Rodábamos.
Caía el corazón sin haber llegado a estar vivo,
hoja que nunca ascendió a flor.
Creíamos amar y nuestros cuerpos se revolcaban
como serpientes confundiendo la plenitud con el cansancio.
Llamábamos placer a terminar de agitarnos.
Sólo al conocerte a ti, Cristo, supimos
que la alegría estaba encima y no debajo de nosotros.
(José Luis Martín Descalzo, «Apócrifo»)