Aplicando sentidos

Señor, déjame ir contigo.
Sólo quiero caminar
detrás, pisar donde pisas,
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas
que habitan los olvidados,
los que no recuerda nadie,
ver cómo los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra,
simple y preñada de Dios
que, aunque a muchos incomode,
a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa,
comer del pan compartido
que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.
Y un día, tocar tu manto
como esa pobre mujer,
suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan
se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume,
porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti
pueda conocerte más,
tú seas mi único amor
y te siga hasta morir.

(Javi Montes, sj)