Brisa
A veces estás en la tormenta,
la pasión desbordada,
el estruendo de batallas
en que me rompo,
contigo
o contra ti,
y eres aguacero,
que enfría mis certidumbres
o apaga mis incendios.
A veces estás en el huracán
que me asusta y me enardece,
bramando con fragor de profeta,
desgarrando el mundo
con la protesta
de todas las víctimas
que sufren, gritan
y exigen justicia,
y eres el viento
que me arranca del hogar
hasta que bailo con el mundo.
Pero otras veces estás,
cotidiano y discreto,
como brisa en la mañana,
en el cansancio de los días sin motivos,
en la rutina del reloj de dentro,
en las derrotas sin drama,
o las victorias sin fiesta.
Y eres silencio
en mi oración desierta,
eres caricia inadvertida,
que, sin yo notarlo,
alivia las viejas heridas de siempre.
(José María R. Olaizola, sj)
la pasión desbordada,
el estruendo de batallas
en que me rompo,
contigo
o contra ti,
y eres aguacero,
que enfría mis certidumbres
o apaga mis incendios.
A veces estás en el huracán
que me asusta y me enardece,
bramando con fragor de profeta,
desgarrando el mundo
con la protesta
de todas las víctimas
que sufren, gritan
y exigen justicia,
y eres el viento
que me arranca del hogar
hasta que bailo con el mundo.
Pero otras veces estás,
cotidiano y discreto,
como brisa en la mañana,
en el cansancio de los días sin motivos,
en la rutina del reloj de dentro,
en las derrotas sin drama,
o las victorias sin fiesta.
Y eres silencio
en mi oración desierta,
eres caricia inadvertida,
que, sin yo notarlo,
alivia las viejas heridas de siempre.
(José María R. Olaizola, sj)