Coloquio ignaciano
Agradezco a Dios el privilegio de que Jesús de Nazaret se haya cruzado en mi existencia y le pido seguir aprendiendo de su modo de proceder en la vida… para hacerlo mío y, cada vez más, poder mirar a los demás como Él les miraría.
Pido al Espíritu del Señor fortaleza y valentía para, como Ignacio, ser sacramento vivo, portador de la presencia de Dios ante quienes más lo necesitan; colaborador suyo en la Obra de la Redención.
Delante de Dios, oro con Ignacio de Loyola: Señor, toma y recibe toda mi libertad… todo lo que tengo y soy… dispón de ello para lo que necesites…sólo dame aliento, amor y compañía… eso bastará.