Por tu gracia

Por tu gracia, Señor,
seguiré avanzando.
Aunque me pesen los pies,
aunque me duela la espalda.

Aunque las inclemencias del camino
caigan sobre mí,
y el calor del sol me abrase,
o el frío me haga tiritar.

Por tu gracia, Señor,
seguiré avanzando.

Sabiendo que tú caminas a mi lado
y que, a pesar de las severidades,
pronto llegará el siguiente recodo
en el que tú y yo nos sentaremos a descansar,
y allí, entre bromas y risas,
como dos buenos amigos,
degustaremos la satisfacción de saber
que la jornada nos ha llevado
un poco más lejos de donde empezó.

Por tu gracia, Señor.
Por tu gracia.

(Ximo Cerdà)