Fuegos

No al fuego destructor,
que calcina posibilidades,
consume esperanzas,
y aniquila enemigos,
dejando, a su paso,
desolación y amargura.
No al fuego del rencor
que arrasa, colérico,
aquello que odia,
devorando vidas
y cerrando caminos.

Sí al fuego del espíritu,
que nos arde dentro
con cálido afecto,
que enciende fulgores
de amor inmortal,
e ilumina rutas
en la noche.
Fuego de hogar,
hoguera que invita
a sentarse en torno,
compartiendo cantos
y anhelos.

(José María R. Olaizola, SJ)