Amor al enemigo

Ama a tus enemigos. A aquellos a los que les caes mal, tú trátalos bien. Habla bien de quien te critica, reza por quien te injuria. Si alguien te golpea en una mejilla, ofrécele a la otra, si alguien te pide algo, dale más de lo que pide, sé generoso con tus bienes, tu tiempo, tus talentos; da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames. Trata a la gente como querrías que la gente te tratara a ti.
Amar a quien te ama es más natural. Cualquiera puede hacerlo. Si haces el bien a quien es bueno contigo, no estás haciendo nada extraordinario. Si prestas esperando cobrar tampoco haces nada del otro mundo, pues todo el que presta quiere recobrar lo prestado.
Tú ve más allá. Ama a tus enemigos. Haz el bien y presta sin esperar nada a cambio. Tendrás una recompensa inesperada, y mostrarás al mundo el rostro del Padre bueno, que es generoso con ingratos y malvados. Ten compasión, a la manera del mismo Dios, que es compasivo. Mucha gente se pasa el día juzgando al prójimo, diagnosticando, criticando, etiquetando… Tú no juzgues, y nadie te juzgará. No condenes, y nadie te condenará. Perdona, y alcanzarás el perdón para tus propias faltas. Da, y ya verás cómo recibes mucho más de lo que has entregado. La medida que tú uses es la medida que la gente usará contigo.

(adaptación de Lc 6, 27-38, por Rezandovoy)