Desenterrando la vida
Con el tiempo, Señor, empecé a enterrar
algunos de los talentos que me diste.
La cobardía, la falsa seguridad,
la pereza, la necesidad de controlar,
la autocomplacencia, la desconfianza…
pudieron más en mí.
Pero esto no me hizo más feliz. Todo lo contrario.
Lo escondido bajo tierra
terminó quitándole brillo a la vida,
apagando mi alegría interior,
habituándome a una existencia de mínimos,
oxidando mi capacidad de amar.
Hoy vengo a ti con el deseo y la determinación
de desenterrarlos, de correr riesgos,
de invertirlos en tu reino.
No sé ciertamente contar los talentos
que me has dado.
¿Uno, tres, cinco, diez?
No importa. Lo único que cuenta
es que ponga en juego
aquello que intuyo que viene de ti
y que ha de llegar a los hermanos.
El mayor don que he recibido es la vida.
Tú me la diste y te la quiero devolver cada día
llena de servicio, de gestos de amor,
de fe y confianza en tu proyecto,
de cercanía y solidaridad con los pobres,
de palabras que sean luz y esperanza
para quienes las reciban.
Que nunca me apropie de lo que es tuyo.
Todo lo que soy y tengo viene de ti.
Todo es don de tu bondad.
Tú eres mi Bien y mi Todo.
Gracias, Señor, por tanto regalo recibido.
Hazme buen administrador de tus dones.
Lo pongo todo en tu servicio.
(Fermín Negre)
algunos de los talentos que me diste.
La cobardía, la falsa seguridad,
la pereza, la necesidad de controlar,
la autocomplacencia, la desconfianza…
pudieron más en mí.
Pero esto no me hizo más feliz. Todo lo contrario.
Lo escondido bajo tierra
terminó quitándole brillo a la vida,
apagando mi alegría interior,
habituándome a una existencia de mínimos,
oxidando mi capacidad de amar.
Hoy vengo a ti con el deseo y la determinación
de desenterrarlos, de correr riesgos,
de invertirlos en tu reino.
No sé ciertamente contar los talentos
que me has dado.
¿Uno, tres, cinco, diez?
No importa. Lo único que cuenta
es que ponga en juego
aquello que intuyo que viene de ti
y que ha de llegar a los hermanos.
El mayor don que he recibido es la vida.
Tú me la diste y te la quiero devolver cada día
llena de servicio, de gestos de amor,
de fe y confianza en tu proyecto,
de cercanía y solidaridad con los pobres,
de palabras que sean luz y esperanza
para quienes las reciban.
Que nunca me apropie de lo que es tuyo.
Todo lo que soy y tengo viene de ti.
Todo es don de tu bondad.
Tú eres mi Bien y mi Todo.
Gracias, Señor, por tanto regalo recibido.
Hazme buen administrador de tus dones.
Lo pongo todo en tu servicio.
(Fermín Negre)