¡Ay de vosotros!

¡Ay de vosotros!, los falsos pastores que ponéis todo el peso en el rito y olvidáis a las personas, que os escandalizáis por un gesto imperfecto en la liturgia, pero hace mucho tiempo que no acariciáis ninguna vida. ¡Ay de vosotros! que predicáis sobre el amor, y exigís que otros amen, pero vuestro corazón está cerrado, y hace mucho que dejó de llorar con los que lloran y reír con los que ríen. ¡Ay de vosotros, hombres y mujeres de Dios, que utilizáis el evangelio como un arma que os arrojáis a la cabeza unos a otros, en lugar de como una herramienta de comunión, misericordia y encuentro! ¡Ay de quienes tenéis en la lengua siempre una crítica, una condena, un pero para las vidas ajenas, exigiendo una perfección imposible! ¿No os dais cuenta de que el amor de Dios es otra cosa?

(Rezandovoy, adaptación de Mt 23, 13-22)