Ser visto

Ser es ser visto, dicen.
El mundo se ha vuelto escaparate.
Poses impostadas
para atraer miradas
y ganar halagos.
para obtener influencia.
Si aún fuera influir para bien…
pero es solo por brillar.
Tristes estrellas fugaces
que no conceden deseos.
Vanidad de vanidades,
alimento para egos
hambrientos de adulación.

Hasta el evangelio
se adultera
en seguimientos de diseño.

Apaga los focos
que apuntan a ti mismo,
y señala al único maestro
que no entiende de imposturas.

(José María R. Olaizola, SJ)