Alerta
No temas, que el Padre ha decidido darte el reino. Vende tus bienes y da limosna. Busca algo que no se gaste, que no envejezca, un tesoro inagotable en el cielo, que no se puede robar ni apolillar. Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón. Ten preparada la ropa para echarte al camino, y ten la luz encendida, mostrando que estás despierto. Como aquel que espera a que su jefe llegue, y está preparado para atenderle. Es mejor que en ese momento uno esté dispuesto. Afortunado es el que está alerta para lo que sea necesario en cada momento, y las sorpresas no le pillan de improviso. Imagina que va a venir un ladrón por la noche a tu casa; tú no lo sabes, y te sorprende. Si lo supieras de antemano estarías preparado y no le dejarías entrar. Pues ahora sabes que el Señor viene. Estate alerta, porque cuando menos lo piensas, Dios aparece. Si actúas mal, si haces tu trabajo sin pensar en sus consecuencias, si tratas a la gente con dureza, sin pensar que todo lo que uno hace importa, ¿qué ocurrirá el día que tengas que dar explicaciones? ¿Qué ocurrirá el día en que tengas que mirar, cara a cara, a la verdad de tu vida? Te lo digo con severidad, con sinceridad y porque te quiero. Te quiero confiar lo mejor que tengo, la verdad del reino, pero eso implica una responsabilidad grande, porque a quien mucho se le dio mucho se le pedirá, y a quien mucho se le confió mucho más se le exigirá.
(adaptación de Lc 12, 32-48 por Rezandovoy)
(adaptación de Lc 12, 32-48 por Rezandovoy)