Uno de cien
Hay noventa y nueve razones para la comodidad,
y una para la inquietud. Y, sin embargo,
es esa única razón la que pone el tiempo en movimiento,
el corazón en estampida, las manos a la obra,
la mente agitada, buscando soluciones,
y los pies corriendo, para alcanzar las simas
donde yace la oveja perdida.
Hay noventa y nueve formas de amor domesticado,
y una de amor sin medida. Y, sin embargo,
es esa pasión infinita la que, como agua desbocada,
se lleva por delante resistencias y apatía,
la que desatasca los reductos cerrados del alma,
la que convierte la quietud en energía.
Hay noventa y nueve palabras huecas
y una Palabra viva. Pero es esa única Palabra,
acampada entre nosotros, la que le da sentido a todo.
Basta con escucharla.
Y así, con una razón, una pasión y una Palabra,
nos envías al camino. Allá vamos, pues…
(José María R. Olaizola, SJ)
y una para la inquietud. Y, sin embargo,
es esa única razón la que pone el tiempo en movimiento,
el corazón en estampida, las manos a la obra,
la mente agitada, buscando soluciones,
y los pies corriendo, para alcanzar las simas
donde yace la oveja perdida.
Hay noventa y nueve formas de amor domesticado,
y una de amor sin medida. Y, sin embargo,
es esa pasión infinita la que, como agua desbocada,
se lleva por delante resistencias y apatía,
la que desatasca los reductos cerrados del alma,
la que convierte la quietud en energía.
Hay noventa y nueve palabras huecas
y una Palabra viva. Pero es esa única Palabra,
acampada entre nosotros, la que le da sentido a todo.
Basta con escucharla.
Y así, con una razón, una pasión y una Palabra,
nos envías al camino. Allá vamos, pues…
(José María R. Olaizola, SJ)