Bienaventuranzas para hoy
En aquel tiempo, Jesús decidió publicar un post que llegase a todo el mundo. Millones le seguían. Entre quienes lo hacían, unos lo habían encontrado por casualidad. Otros disfrutaban de verdad con sus publicaciones, y le seguían con toda intención. También tenía haters que no podían dejar de contestar a cada cosa que decía, y constantemente estaban provocándole. Él, mirando a la cámara, y llegando a cada uno, empezó a hablar:
«Bienaventurados, o felices, los que no andáis atados a las riquezas. Incluso los que pasáis necesidad. Dios no os abandonará y su Reino será vuestro. Muchos pasáis hambre de pan, de paz, o de palabra. Dios os saciará, si dejáis que os siente a su mesa. Los que estáis tristes, y lloráis, por el mal amor, la soledad, o porque la propia vida a veces se nos tuerce, un día reiréis si dejáis que mi evangelio sea buena noticia. A muchos os van a perseguir por defender mi nombre y vivir mi mensaje. Pero esto les ha ocurrido ya antes a tantos profetas de la verdad y la justicia. No dejéis que os quiten la alegría quienes viven en la amargura.
»Y ay de vosotros, los que vivís saciados, encadenados a las riquezas, a la imagen, a egos inmensos, siempre aspirando a más. Más dinero. Más éxito. Más fama. Más reconocimiento. Más popularidad. Más halagos… un día veréis lo falso de todo eso. Lo siento también por quienes estáis saciados, hartos y aun así siempre insatisfechos. Ya no sabéis valorar ni agradecer las cosas. Los que estáis todo el día mostrando risas falsas, un día se os caerán del rostro. Y quienes sólo buscáis el aplauso y la aprobación, demasiado tarde comprenderéis lo vacío de ese reconocimiento».
(Rezandovoy, adaptación libre de Lc 6, 17.20-26)
«Bienaventurados, o felices, los que no andáis atados a las riquezas. Incluso los que pasáis necesidad. Dios no os abandonará y su Reino será vuestro. Muchos pasáis hambre de pan, de paz, o de palabra. Dios os saciará, si dejáis que os siente a su mesa. Los que estáis tristes, y lloráis, por el mal amor, la soledad, o porque la propia vida a veces se nos tuerce, un día reiréis si dejáis que mi evangelio sea buena noticia. A muchos os van a perseguir por defender mi nombre y vivir mi mensaje. Pero esto les ha ocurrido ya antes a tantos profetas de la verdad y la justicia. No dejéis que os quiten la alegría quienes viven en la amargura.
»Y ay de vosotros, los que vivís saciados, encadenados a las riquezas, a la imagen, a egos inmensos, siempre aspirando a más. Más dinero. Más éxito. Más fama. Más reconocimiento. Más popularidad. Más halagos… un día veréis lo falso de todo eso. Lo siento también por quienes estáis saciados, hartos y aun así siempre insatisfechos. Ya no sabéis valorar ni agradecer las cosas. Los que estáis todo el día mostrando risas falsas, un día se os caerán del rostro. Y quienes sólo buscáis el aplauso y la aprobación, demasiado tarde comprenderéis lo vacío de ese reconocimiento».
(Rezandovoy, adaptación libre de Lc 6, 17.20-26)