Dar la mano

Hay veces
que en lugar de dar la mano
parece que demos algo inerte.
La ponemos como muerta
como fofa
sin ser.
Manos de sopa. Manos de aire.
Sin nada detrás.
Mano que no transmite nada.
Pero
si en lugar de eso
sentimos palpitar el corazón en nuestra mano,
y el calor del otro,
y su sudor,
y su miedo y su temblor…
Entonces
quizá dar la mano
pueda ser un cable que una a la vida,
que transmita paz,
que sane.
Un lugar donde Dios toque las palmas
acariciado entre nuestros dedos.

(Carlos Maza, SJ)