Cargas

Trivializamos el amor,
como si fuera fácil
cargar la camilla
del prójimo.
Abanderados
de un heroísmo resultón,
hecho a medida,
damos lo que queremos
y racionamos lo que nos cuesta,
administradores cicateros
de tiempo y afecto.
¿Quién abrirá boquetes en el techo
para hacer sitio al olvidado,
si nosotros, que podemos,
le negamos el pan
y el abrazo?
¿De qué sirve alardear de compasión,
cuando la restringimos al perímetro
de una entrega confortable?
No terminamos de aprender
a cuidar unos de otros.
Medimos cada gesto de ternura,
ignoramos la palabra necesaria,
posponemos la entrega y la justicia,
mientras tú abrazas al mundo
desde una cruz clavada
en la entraña de la historia.

(José María R. Olaizola, SJ)