Contigo
Me llamaste
cuando no esperaba.
No tenía tiempo,
ni tenía ganas.
¿A dónde querías
que me dirigiera?
¿De qué pretendías
que me despojara?
¿Por qué cuestionabas
mis seguridades?
¿A qué me llamabas?
¿No era, tu llegada,
otra vez lo mismo?
¿No era tu evangelio
una cantinela
ya domesticada?
No te conformaste
con que me escondiera
tras excusas pobres
y falsas palabras.
No me permitiste
levantar un muro
para defenderme
de tus enseñanzas.
A cada barrera
que yo construía
tu amor oponía
una nueva escala
con la que venciste
mi testarudez.
Y seguí tus pasos.
Compartí tus días.
Me senté a tu mesa
una madrugada.
Le diste la vuelta
a lo que soñaba.
Y ahora no comprendo
mi vida sin ti.
Contigo soy todo.
Fuera de ti, nada.
(José María R. Olaizola, SJ)
cuando no esperaba.
No tenía tiempo,
ni tenía ganas.
¿A dónde querías
que me dirigiera?
¿De qué pretendías
que me despojara?
¿Por qué cuestionabas
mis seguridades?
¿A qué me llamabas?
¿No era, tu llegada,
otra vez lo mismo?
¿No era tu evangelio
una cantinela
ya domesticada?
No te conformaste
con que me escondiera
tras excusas pobres
y falsas palabras.
No me permitiste
levantar un muro
para defenderme
de tus enseñanzas.
A cada barrera
que yo construía
tu amor oponía
una nueva escala
con la que venciste
mi testarudez.
Y seguí tus pasos.
Compartí tus días.
Me senté a tu mesa
una madrugada.
Le diste la vuelta
a lo que soñaba.
Y ahora no comprendo
mi vida sin ti.
Contigo soy todo.
Fuera de ti, nada.
(José María R. Olaizola, SJ)