Alaba al Señor

Tú, que hoy rezas, que eres parte de una familia, de una comunidad, de una nación… aclama al Señor. Cuenta, con tus gestos y tus palabras, su gloria y su poder. Cuando te dispongas a rezar –donde sea, en el templo, en tu casa, en la calle, ante el pobre...– levanta hacia él tus manos y ofrécele lo mejor que puedas darle. Respétalo, tómalo en serio. Y di a tus amigos que Dios es quien te marca el sendero, quien gobierna tus pasos y quien da sentido a la vida.

(Rezandovoy, el salmo 95 en singular hoy)