Canción de Zaqueo

Quisiste entrar en mi casa
cuando tantos la evitaban.
No te importó mi pasado
ni pusiste condiciones.
No tomaste precauciones
al conocer mi pecado.
Aunque tantos criticaban
tu transgresión aparente
o tu conducta blasfema,
prescindiste de esa gente
que siempre aduce problemas
y viste mi sufrimiento.
Transformaste el horizonte.
Tu palabra fue alimento
para mi hambre de esperanza.
Como aquel día, en el monte,
fue tu bienaventuranza
la promesa de otra vida,
yo te ofrecí mis derrotas,
tú sanaste mis heridas.

(José María R. Olaizola, SJ)