Instrucciones

Puedo buscarte,
con una brújula
que apunte hacia dentro.
Es inútil.
El mapa más vistoso,
trazado a base de rutina e inercias,
no ha de llevarme a ti.
Si te persigo
al final de una cascada
de palabras, tan hermosas
como vacías,
no estarás en esa agua.
En el amor calculado,
en la profecía sin riesgo,
en el compromiso medido,
o el evangelio con precio,
tampoco te encontraré.
Hay que ser Zaqueo
encaramado a lo más alto,
joven rico vencedor del miedo.
Hay que ser Magdalena
levantada del suelo,
o discípulo, que encarando
la tormenta, se lanza a tu encuentro.
Hay que ser Pedro desconcertado,
Tomás cuestionado, Pablo ciego.
Hay que ser aprendiz de justicia,
alfarero de lealtades eternas,
constructor de tu reino.

(José María R. Olaizola, SJ)