Al Corazón Inmaculado de María
Acoge, oh Madre, nuestra súplica.
Tú, Estrella del Mar,
no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.
Tú, Arca de la Nueva Alianza,
inspira proyectos y caminos de reconciliación.
Tú, «tierra del Cielo»,
vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.
Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.
Reina del Rosario,
despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.
Reina de la familia humana,
muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.
Reina de la Paz,
obtén para el mundo la paz…
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra,
y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas.
Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo,
vuelve a traernos la armonía de Dios.
Tú que eres fuente viva de esperanza,
disipa la sequedad de nuestros corazones.
Tú que has tejido la humanidad de Jesús,
haz de nosotros constructores de comunión.
Tú que has recorrido nuestros caminos,
guíanos por sendas de paz.
Amén.
(Papa Francisco)
Tú, Estrella del Mar,
no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.
Tú, Arca de la Nueva Alianza,
inspira proyectos y caminos de reconciliación.
Tú, «tierra del Cielo»,
vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.
Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.
Reina del Rosario,
despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.
Reina de la familia humana,
muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.
Reina de la Paz,
obtén para el mundo la paz…
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra,
y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas.
Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo,
vuelve a traernos la armonía de Dios.
Tú que eres fuente viva de esperanza,
disipa la sequedad de nuestros corazones.
Tú que has tejido la humanidad de Jesús,
haz de nosotros constructores de comunión.
Tú que has recorrido nuestros caminos,
guíanos por sendas de paz.
Amén.
(Papa Francisco)