El pueblo elegido
Qué satisfechos van
los habitantes del pueblo elegido.
Miran, con discreto regocijo,
a quien no tiene acceso
al ala de los favoritos.
No es de los nuestros, piensan.
Con fingida humildad
agradecen a Dios
haber escogido
a los buenos.
De vez en cuando
aleccionan a esos parias
de otras tierras.
Habrías podido estar aquí.
Sólo tenías que ser como yo.
Quizás aún espera,
en su camino,
una cananea
para contarles
que un día Jesús le guiñó el ojo
al abrirle la puerta del Reino.
Y esos guardianes de las esencias
comprenderán, al fin,
en qué consiste el amor.
(José María R. Olaizola, SJ)
los habitantes del pueblo elegido.
Miran, con discreto regocijo,
a quien no tiene acceso
al ala de los favoritos.
No es de los nuestros, piensan.
Con fingida humildad
agradecen a Dios
haber escogido
a los buenos.
De vez en cuando
aleccionan a esos parias
de otras tierras.
Habrías podido estar aquí.
Sólo tenías que ser como yo.
Quizás aún espera,
en su camino,
una cananea
para contarles
que un día Jesús le guiñó el ojo
al abrirle la puerta del Reino.
Y esos guardianes de las esencias
comprenderán, al fin,
en qué consiste el amor.
(José María R. Olaizola, SJ)