Tres tiendas

Hagamos tres tiendas
para resguardarnos
del miedo a no poder,
de la indecisión de no saber,
del vértigo de caer.
Hagamos tres tiendas,
aquí,
donde el afecto es cálido,
la fe es segura,
el evangelio amable.
¿Para qué regresar
a la tierra hostil
donde deambulan
quienes ni creen
ni dejan creer?
Hagamos tres tiendas
aquí,
donde tu voz es caricia,
y la mesa está puesta
para todos.

No puede ser.
No hay tienda, refugio
ni defensa
para quien hace
de la justicia bandera,
del perdón, camino,
de la cruz, escuela.
Es la intemperie la tierra
donde ha de gestarse el Reino.
¿De qué sirve la calidez
de una piedad íntima
si luego, fuera,
en las calles, en la brega,
se ignora al prójimo
y se trivializa el amor?
¿De qué la devoción fácil
que no conduce a las fronteras
donde se encuentran los extraños,
donde se siembran preguntas
y germinan respuestas?

(José María R. Olaizola, SJ)