Hacia un mar imprevisto

Entregarte el timón de nuestro «yo»
es dejar que nos lleves a lugares oscuros
donde el ego ha sepultado miradas,
construido murallas y asesinado deseos.
Es dejar de ver hacia dentro
donde los impulsos encorvan,
se agudizan los miedos
y nos puebla la nada.
Por eso, toma Señor el timón de nuestra barca
y conduce nuestra historia hacia un mar imprevisto,
donde es larga la noche y la tormenta espanta.
Pero Tú…
vendrás caminando en la madrugada
y nos ordenarás caminar hacia ti.

(Julio Portocarrero)