Carta a los camorristas

Queridos hermanos, ¿cómo podéis andar con esos conflictos y luchas entre vosotros? ¿Creéis que esto es divertido? ¿No hay algunos que encontráis una enorme satisfacción en la esgrima verbal, en los insultos virtuales, en andar cazando brujas? Insultáis y no construís. Señaláis y no cuidáis. Juzgáis y no amáis. Pedís sin fe, lo que aumenta vuestros egos pero no construye el Reino de Dios. Os encanta el aplauso de hordas afines, sin comprender que seguís a un crucificado. Envidiáis éxitos ajenos, sin comprender que el Espíritu nos llama a la humildad. Pues acordaos, Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Por eso, sed humildes. Plantad cara al mal y acercaos a Dios. Dejaos de frases tumbativas, abrid el corazón al prójimo. Arrepentíos de tanta vanidad. Haceos humildes de verdad delante de Dios y Él os ensalzará.

(Rezandovoy, adaptación de St 4, 1-10)