Ahora, Señor

Ahora, Señor, puedes dejar
que tu siervo viva en paz,
liberado para siempre
de las sombras de la duda,
de la carga de su historia,
de la espera interminable,
del cansancio acumulado.

Ahora, Señor, puedo ver
la bondad de los pequeños
que no requiere grandeza
ni resplandores fugaces
para mostrar, con acciones,
en qué consiste el amor.

(José María R. Olaizola, sj)