Heme aquí

Tú me hablas, Señor, en cada persona.
Heme aquí. Abre mis oídos para imaginarte en cada rostro.
Tú me hablas, Señor, a través de la creación.
Heme aquí. Afina mi mirada para contemplar tu presencia
en tanta belleza nacida de tus manos.
Tú me hablas, Señor, en cada acontecimiento.
Heme aquí. Enséñame a discernir qué me quieres decir
a través de las cosas que me pasan cada día.
Tú me hablas, Señor, en cada historia herida.
Heme aquí. Sáname y lánzame a cuidar dolores ajenos.
Tú me hablas, Señor, en las Escrituras.
Como el pequeño Samuel, te respondo:
«Heme aquí, que tu siervo escucha».

(Fermín Negre)