Pascua

Mirar,
clavar los ojos
en el Dios que se muere
revelando,
en el dolor extremo,
que es extremo su amor crucificado.
Mirar,
como empaparse de Dios y dejar luego
que se abra una herida en mi costado
y mi yo se derrame gota a gota
–agua y sangre– callando,
al que quiera beberlo
sin llamar, sin pagarlo.
Que soy agua de Dios,
continuamente manando;
pero puedo ser sangre,
amor ardiente,
regalo.
La muerte se hace vida
y el dolor santuario
y campana de gloria
repicando.
¿Dónde estáis los que lloran?
Venid volando.
La campana es por vosotros.
A todos os atraigo.
¡Mirad al Traspasado!
Y sentir que me dicen: «¡Haced esto!»
Y yo lo hago.

(Ignacio Iglesias, SJ)