Que tu corazón me alabe

Que tu alma sepa contar quién soy. Que tu corazón me alabe. Sé feliz, que yo te auxilio, que yo respondo a tu esperanza. Yo, que hice el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él. Yo, que siempre seré fiel a lo que te he prometido, que hago justicia a los oprimidos y doy pan a los hambrientos. Yo, que traigo la libertad para quienes andan cautivos, por cadenas y normas, por el pecado y el poder injusto. Yo abro los ojos del ciego, también los tuyos cuando te obcecas. Levanto a quien anda doblado por el peso de la vida. Amo a quien busca la justicia. Acompaño y cuido a cada persona en su camino. Yo, que sostengo al huérfano y a la viuda, y que confundo a los malvados, para que comprendan que el bien tiene mucho más sentido. Yo, que reino eternamente, tu Dios, de edad en edad.

(Salmo 145, adaptación de Rezandovoy)