Señor de bondad

Señor de bondad,
cuando me rodee la tentación de la venganza,
llena mis manos de tu ternura
para derramarla como un río
que alcance a quien busca mi mal.

Señor, refugio mío,
cuando sienta que ya no puedo más
por las afrentas y golpes de la vida,
rodéame con tus brazos y no me sueltes.

Acurrúcame fuerte en tu pecho.
Señor de toda bendición,
cuando sienta el corazón
mendigo de afecto y amor,
rózame con las yemas de tus dedos
y disipa mis soledades y tristezas.

Señor de bondad, refugio mío,
Señor de toda bendición,
en ti confío.

(Fermín Negre)