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Sigo una estrella que brilla con un fulgor diferente.
Su centelleo enciende posibilidades.
Su resplandor ilumina parajes donde la justicia es real.
Y dicen que a su luz se descubre al Dios niño.
¿Lo has visto? ¿No quieres buscar conmigo?
Adentrémonos juntos, por la tierra que han de hollar
tantos caminantes que anhelan un Mesías, un libertador.
En un mundo donde tanta gente –también yo–
a menudo pierde el horizonte,
y se entrampa en luchas estériles y en falsas batallas,
Él nos ayudará a romper las ataduras,
sanará nuestras heridas
y colmará los sueños.
¿No quieres buscar conmigo? ¡Vamos!
Cuando lo encontremos
adoraremos
con palabras y acciones sinceras.

(José María R. Olaizola, sj)