Contradicciones
Hoy, Señor, me siento a tu mesa junto a Pedro, el brabucón y cabezota de corazón noble.
Tu advertencia, seguramente, le traspasó el corazón y la idea de negarte le llenaría de angustia y confusión. Pedro, el primero de todos y, sin embargo, el que hasta tres veces te negó. El cobarde que huyó de tu mirada al salir del pretorio.
Pero Tú, Jesús, viniste a por las ovejas perdidas, a por los pecadores que se sitúan arrepentidos al final del templo, y no por los fariseos de los primeros puestos. Y, por eso, vuelves a sentarte con Pedro… Y conmigo. Tú eres el Dios de la contradicción y, por eso, el Dios del perdón a Quien continuamente puedo volver.
(Óscar Cala, sj)
Tu advertencia, seguramente, le traspasó el corazón y la idea de negarte le llenaría de angustia y confusión. Pedro, el primero de todos y, sin embargo, el que hasta tres veces te negó. El cobarde que huyó de tu mirada al salir del pretorio.
Pero Tú, Jesús, viniste a por las ovejas perdidas, a por los pecadores que se sitúan arrepentidos al final del templo, y no por los fariseos de los primeros puestos. Y, por eso, vuelves a sentarte con Pedro… Y conmigo. Tú eres el Dios de la contradicción y, por eso, el Dios del perdón a Quien continuamente puedo volver.
(Óscar Cala, sj)