Ven, Espíritu Santo

Y el Espíritu vino,
para recordarnos la verdad,
para que tengamos memoria agradecida
y corazón misionero.
Entonces balbuceando dijimos:
ven,
ilumínanos,
llénanos,
sánanos…
Abrimos los labios,
y nos puso las palabras justas,
alentándonos a ser
personas sabias.
Abrimos los oídos, y escuchamos
el dolor silencioso de los pobres,
el lamento hecho susurro
de los «nadies».
Abrimos nuestras heridas
y sentimos el soplo sanador y cicatrizante.
Abrimos el corazón
y nos encontramos…
amigos, hermanos, familia…

(Hermana Viviana Romero)