Esa ribera tuya

Te presentas en mi vida
siempre llena de otras cosas,
de otras prisas, de otros planes.
Y así, sigiloso como el agua,
te me filtras en un vacío,
en un cansancio, en un semisueño,
para derramarme tu paz y compañía.

¡Cuánta novedad sentida
en tan pequeño instante!
¡Cuánta luz! ¡cuánto amor!
¡Cuánta alegría regalada!

Cómo quisiera plantarme
ahí, en esa orilla tuya,
con todos mis sentidos.
Y recostarme en tu pecho
hasta escuchar tus latidos.
Para compartirte mis secretos
y airear contigo mis sueños.

Pero cómo me cuesta
creer que alguien así
pueda existir para mí.
Si todo lo que quiero,
y alguna vez he tenido,
se me arranca.
¿Quién me asegura
que Tú no te vas a ir?

¡No importa!
Si así sucede,
siempre podré recordar
que mi vida es
esa ribera que tu agua busca.
Y bastará un instantáneo
volver sobre mí,
para que Ese al que ya no espero
vuelva de nuevo a aparecer,
porque siempre estuvo allí.

(Seve Lázaro, sj)