Solo sé cómo se llama
Que si nació hoy, que si nació ayer,
que si nació aquí, que si nació allá.
Que si murió a los 33, que si murió a los 36,
que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.
Que si eran reyes, que si eran magos.
Que si tenía hermanos, que si no tenía.
Que dónde está, que cuándo vuelve.
Yo lo único que sé es que…
A mí me tomó de la mano cuando más lo necesitaba.
Me enseñó a sonreír y agradecer por las pequeñas cosas.
Me enseñó a llorar con fuerzas y dejar ir.
Me enseñó a despertarme saludando al sol y a acostarme con la cabeza tranquila.
A caminar muy lento y muy descalza.
Me enseñó a abrazar a todos y a abrazarme a mí.
Me enseñó mucho, me enseñó todo.
Me enseñó a quererme con ganas. A querer a quien tengo al lado y a darle la mano.
Me enseñó que siempre me está hablando en lo cotidiano, en lo sencillo,
a manera de mensajes
y que, para escucharlo, tengo que tener abierto el corazón.
Me enseñó que un gracias o un perdón lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor
y que lo contrario al amor es el miedo.
Me enseñó cuánto me ama a través de mil detalles.
Me enseñó que los milagros sí existen.
Me enseñó que, si yo no perdono, soy yo quien se queda prisionera;
y que, para perdonar, primero tengo que perdonarme.
Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien pero que actúe bien a pesar de todo.
Me enseñó a confiar en mí y a levantar la voz frente a la injusticia.
Me enseñó a buscarlo dentro y no afuera.
Me deja que me aleje, sin enojarse.
Que salga a conocer la vida. A equivocarme y aprender.
Y me sigue cuidando y esperando.
Hasta me dejó aprender de otros maestros sin ponerse celoso;
porque es de necios no escuchar a todo el que habla de amor.
Me enseñó que solo estoy aquí por un tiempo, y solo ocupo un lugar pequeño.
Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor
y en compartir su luz conociendo mi sombra.
Que disfrute, que ría, que valore, y que Él siempre va a estar en mí…
Que, aunque dude y tenga miedo, confíe,
ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí…
Se llama Jesús…
(Gabriela Mistral)
que si nació aquí, que si nació allá.
Que si murió a los 33, que si murió a los 36,
que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.
Que si eran reyes, que si eran magos.
Que si tenía hermanos, que si no tenía.
Que dónde está, que cuándo vuelve.
Yo lo único que sé es que…
A mí me tomó de la mano cuando más lo necesitaba.
Me enseñó a sonreír y agradecer por las pequeñas cosas.
Me enseñó a llorar con fuerzas y dejar ir.
Me enseñó a despertarme saludando al sol y a acostarme con la cabeza tranquila.
A caminar muy lento y muy descalza.
Me enseñó a abrazar a todos y a abrazarme a mí.
Me enseñó mucho, me enseñó todo.
Me enseñó a quererme con ganas. A querer a quien tengo al lado y a darle la mano.
Me enseñó que siempre me está hablando en lo cotidiano, en lo sencillo,
a manera de mensajes
y que, para escucharlo, tengo que tener abierto el corazón.
Me enseñó que un gracias o un perdón lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor
y que lo contrario al amor es el miedo.
Me enseñó cuánto me ama a través de mil detalles.
Me enseñó que los milagros sí existen.
Me enseñó que, si yo no perdono, soy yo quien se queda prisionera;
y que, para perdonar, primero tengo que perdonarme.
Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien pero que actúe bien a pesar de todo.
Me enseñó a confiar en mí y a levantar la voz frente a la injusticia.
Me enseñó a buscarlo dentro y no afuera.
Me deja que me aleje, sin enojarse.
Que salga a conocer la vida. A equivocarme y aprender.
Y me sigue cuidando y esperando.
Hasta me dejó aprender de otros maestros sin ponerse celoso;
porque es de necios no escuchar a todo el que habla de amor.
Me enseñó que solo estoy aquí por un tiempo, y solo ocupo un lugar pequeño.
Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor
y en compartir su luz conociendo mi sombra.
Que disfrute, que ría, que valore, y que Él siempre va a estar en mí…
Que, aunque dude y tenga miedo, confíe,
ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí…
Se llama Jesús…
(Gabriela Mistral)