¿De qué te sirve?

Mira, tengo que padecer mucho. Las autoridades, los que siempre presumen de tener todas las respuestas, los sumos sacerdotes de nuestro pueblo; también las autoridades civiles, que no quieren compromiso con la verdad, sino conveniencia... todos ellos me van a rechazar, me van a acusar, van a justificar que no cumplo la ley, que no hablo bien de Dios, que soy un blasfemo. Me arrestarán. Me golpearán. Y me ejecutarán. Pero el Padre me resucitará al tercer día. Si tú quieres seguirme, no te conviertas en el centro de la vida. No hagas de los otros un espejo. No vayas siempre con el «yo» por delante. Afirma a Dios, y afirma a tu prójimo, especialmente a los más débiles. Acepta que también en tu camino habrá cruces: renuncias, dificultad o persecuciones por tomar en serio mi evangelio. Y carga con ellas. Y no olvides que, en ese camino, vas conmigo, que yo ya habré pasado por todo eso. Si solo quieres vivir una vida cómoda, confortable, sin compromiso ni dificultad, terminarás viviendo a medias. Pero si acoges mi buena noticia y la abrazas con pasión y hondura, tu vida será plena. ¿De qué te serviría una vida sin pasión, sin amor, sin evangelio?

(Rezandovoy, inspirado en Lc 9, 22-25)