La fiesta

Alguien se pone en camino y, al mirar hacia delante, a lo lejos distingue su casa. Sigue caminando hacia ella y al llegar, abre la puerta y entra en una habitación preparada para una fiesta. A esta fiesta vienen todos los que fueron importantes en su vida: y todo el que viene trae algo, se queda un tiempo, y se va.
Así, pues, vienen a la fiesta cada uno con un regalo por el que ya pagó el precio entero sea como fuera: la madre, el padre, los hermanos, un abuelo, una abuela, el otro abuelo, la otra abuela, los tíos y las tías, todos los que hicieron sitio por ti, todos los que te cuidaron, los vecinos quizás, amigos, maestros, parejas, hijos: todos los que tuvieron importancia en la vida y los que aún la tienen. Y cada uno llega, trae algo, se queda un poco, y se va…
Después de la fiesta, la persona se encuentra colmada de regalos y solo permanecen a su lado aquellos a quienes les corresponde quedarse aún un tiempo. Así, se acerca a la ventana y se asoma: allí ve otras casas, sabe que un su día también allí habrá otra fiesta, y él irá, llevará algo, se quedará un poco, y se irá.

(Bert Hellinger, Órdenes del amor)