Nadie está solo
Nadie está solo,
aunque a ratos lo temes
y te sientes herido,
o se te rompe la entraña.
Si se te pierde la risa,
y se te callan los versos.
Aunque te duela la historia
y te amenace el presente,
se te atraviesen los miedos
o se oscurezca el futuro…
Es verdad que sí,
que hay días grises,
en que el silencio
atormenta, y oprime.
Hay momentos en que la distancia
es nostalgia y es ausencia.
Hay abrazos extraviados
esperando un encuentro.
Hay miedos que anuncian naufragios
y derrotas que parecen finales.
Pero nadie está solo,
aunque a veces lo parezca.
Su Palabra no se marcha
y Su espíritu nos une,
fluye, infatigable,
entre nosotros.
Despertando el Amor dormido,
vistiéndose de servicio,
llamándonos prójimos,
llamándonos amigos
y trenzando, en nuestros días,
inesperados afectos
que se convierten en hogar.
Aunque hoy nos llueva dentro.
(José María R. Olaizola, sj)
aunque a ratos lo temes
y te sientes herido,
o se te rompe la entraña.
Si se te pierde la risa,
y se te callan los versos.
Aunque te duela la historia
y te amenace el presente,
se te atraviesen los miedos
o se oscurezca el futuro…
Es verdad que sí,
que hay días grises,
en que el silencio
atormenta, y oprime.
Hay momentos en que la distancia
es nostalgia y es ausencia.
Hay abrazos extraviados
esperando un encuentro.
Hay miedos que anuncian naufragios
y derrotas que parecen finales.
Pero nadie está solo,
aunque a veces lo parezca.
Su Palabra no se marcha
y Su espíritu nos une,
fluye, infatigable,
entre nosotros.
Despertando el Amor dormido,
vistiéndose de servicio,
llamándonos prójimos,
llamándonos amigos
y trenzando, en nuestros días,
inesperados afectos
que se convierten en hogar.
Aunque hoy nos llueva dentro.
(José María R. Olaizola, sj)