La lección de Simón
Tengo algo que decirte,
que ames más y juzgues menos;
que no señales la paja en el ojo ajeno
sin arrancar antes la viga que a ti te ciega;
que tires la primera piedra si estás libre de pecado,
pero si no, acaricia a quien, como tú, se ha equivocado;
que la ley se hizo para el hombre y no el hombre para la ley;
que tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo;
que no pases de largo ante el templo de carne
para llegar temprano al templo de piedra;
que no he venido a llamar a los puros, sino a los pecadores;
que siempre saldré al camino, a buscar a la oveja perdida;
también a la que se extravía por los caminos del orgullo;
que, con todas tus tonterías, también a ti te quiero
(José María R. Olaizola, sj)
que ames más y juzgues menos;
que no señales la paja en el ojo ajeno
sin arrancar antes la viga que a ti te ciega;
que tires la primera piedra si estás libre de pecado,
pero si no, acaricia a quien, como tú, se ha equivocado;
que la ley se hizo para el hombre y no el hombre para la ley;
que tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo;
que no pases de largo ante el templo de carne
para llegar temprano al templo de piedra;
que no he venido a llamar a los puros, sino a los pecadores;
que siempre saldré al camino, a buscar a la oveja perdida;
también a la que se extravía por los caminos del orgullo;
que, con todas tus tonterías, también a ti te quiero
(José María R. Olaizola, sj)