Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate.
He olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar,
no tiene que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás,
bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay.
Bájate un poco,
contempla esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes,
la fiebre cavándome la carne,
este dormir así, bajo la lluvia,
castigado por el frío, perseguido.
Te digo que no entiendo, padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón.
Yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo.
Padre, bájate, si estás,
que busco resignación en mí y no tengo
y voy a agarrarme la rabia
y a afilarla para pegar
y voy a gritar a sangre en cuello
porque no puedo más,
tengo riñones y soy un hombre.
Bájate, ¿qué han hecho
de tu criatura, padre,
Un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?
(Juan Gelman)