Amor de dentro
«Lo que más me impresionaba de ella, y lo que más influía en mi era su admirable bondad con todos sin excepción. Intento recordar –y no lo logro– una sola vez que se hubiese molestado, en que hubiera dicho una palabra dura, en que hubiera pronunciado un juicio contra alguien. En treinta años de vida a su lado, no recuerdo que lo haya hecho jamás, ¡ni una sola vez!
Nunca enseñaba con palabras cómo había que vivir… Todo su trabajo espiritual lo hacía por dentro, por fuera sólo se veían sus actos, mejor dicho, algo más que sus actos, su vida serena, amable, solícita, no con un amor inquieto vuelto hacia ella misma, sino con un amor apacible y como secreto.
Trabajaba en una obra de amor interiorizado y por eso le resultaba imposible estar inquieta. Y estas dos facultades – la paz y el amor– atraían a los demás y proporcionaba a su trato un encanto especial. La rodeaba un ambiente cálido de amor, de amor a los presentes y amor a los ausentes, a los vivos y a los muertos, a los hombres y hasta los animales».
(León Tolstoi, citado en Compasión, de Katerina Lachmanova)