Coloquio desde lo hondo

Desde lo hondo te grito, Señor. Dueño mío, escucha mi voz. Estén tus oídos atentos a mi petición. El perdón es cosa tuya, y así te haces respetar.
Aguardo al Señor, lo aguarda mi alma, esperando su palabra; mi alma a mi Señor, más que el centinela a la aurora.
Espera en el Señor, ¡como el centinela la aurora! que la misericordia es cosa del Señor y es generoso perdonando.

(del Salmo 130)