La losa

Estalló desde dentro
la vida.
No había losa
capaz de resistir
la pujanza
de un amor
inmortal.
La tristeza
aún no lo sabía,
pero había perdido la batalla.
El dolor alumbró
la fiesta.
El llanto fue antesala
del abrazo jubiloso.
Los mercaderes
de odio
estaban arruinados.
Dios reía.
Y nosotros,
empezamos
a comprender.
(José María R. Olaizola, sj)