Effetá

Ruidos.
Nos rodean.
Nos envuelven.
Nos aturden.
Tertulias, canciones,
opiniones,
discursos, eslóganes.
Anuncios, promesas,
noticias, debates,
conversaciones.
Ruido, ruido incesante,
que termina
atronando
a base de exceso
hasta que las palabras
ya no significan nada.

Mientras,
como un rumor de fondo,
la Palabra trata de hacerse oír.
Habla de justicia,
de amor verdadero,
de camino, verdad y vida.

Toca, Señor, nuestros oídos,
que se abran de nuevo
al rumor de tu presencia.
Sé la Voz que grita,
en el desierto
de los indiferentes,
de los que están de vuelta,
de los ensordecidos.

Voz que despierta
los anhelos más nobles
que llevamos escritos
en la sangre y la entraña.
(José María R. Olaizola, sj)