Cireneo
Señor mío Jesucristo, vengo a ti porque te necesito.
Yo también soporto el peso de mi cruz.
A veces me siento cansado y agobiado.
Golpeado y zarandeado por la vida.
Ayúdame a seguir abrazando mi madero con amor.
Contágiame la paz y la serenidad de tu rostro.
Fortalece mi debilidad, ilumina mis tinieblas
y acompáñame si me encuentro solo.
Que la fuerza de tu amor rompa el frío de mi corazón;
para, que olvidándome de mi cruz, llegue a ser cireneo que ayude a mis hermanos a levantar el peso de las suyas.
Y haz que, muriendo por amor en la cruz de cada día,
resucite contigo en la vida eterna. Amén.
(Anónimo)