En el hombro del amigo

Hoy no quiero llamarte maestro, aunque tanto aprendo de ti. Ni tratarte de Señor, aunque tu amor sea mi ley. No quiero nombrarte con títulos sonoros, llenos de importancias y promesas. Solo quiero llamarte amigo. Digo amigo, con la necesidad de quien sabe que solo no llegará lejos. Con la intensidad de quien quiere compartir tiempo, corazón y vida. Amigo para llorar las penas y celebrar las fiestas, para acallar los ruidos y serenar los miedos. Para pelear, hombro con hombro, las batallas justas. Y si ves que te fallo, dímelo, amigo, pues en tu abrazo, aprenderé.

(Rezandovoy)