Descolócame

Descolócame, Señor, una y otra vez. Lo necesito.
Muéstrate siempre original.
Desinstálame de mi comodidad y mis seguridades.
Recuérdame que nunca te comprenderé del todo.
Ayúdame a recibirte de modos siempre nuevos.
Enséñame a no poner límites a tu acción en mí ni en los demás.
Avísame cuando estés llegando y no te esté reconociendo.
Empújame, al menos un poco, cuando esté mirando allí donde no vendrás.
Perdóname por creer que no puedes sorprenderme.
Prométeme tu presencia salvadora.
Regálame amarte esperándote.

(Matu Hardoy)